Edward Bach, creador de la Terapia Floral, fue una persona muy sensible y con gran capacidad intuitiva.
El desarrollo de su propuesta y de su obra, iban de la mano de su propuesta de pensamiento, un marco que lleva a la reflexión y revisión de la ciencia y de la medicina aportando una nueva y transformadora mirada al campo de la terapia.
Para Edward Bach, la estructura del Ser Humano, del alma, es
una unidad en proceso, que se extiende hacia espacios que podemos vislumbrar,
pero que son todavía desconocidos. Es el alma la que guía nuestra evolución
como personas.
Una de las ideas que fundamenta el trabajo de Edward Bach es
la idea de unidad, a la que se refiere como principio de la Unidad de Todas las
Cosas.
Para él, “la fuerza creativa del universo es el Amor y todo aquello de lo que tenemos consciencia es en su infinito número de formas, una manifestación de ese Amor, ya sea un planeta, un guijarro, una estrella o una gota de rocío, un hombre u otra forma de vida”.
Quizá sea posible tener un atisbo
de esta concepción, pensando en El Creador como un gigantesco sol
re splandeciente
de amor de amor y generosidad, desde cuyo centro irradia en todas
direcciones un infinito número de brillantes rayos luminosos. Nosotros, al
igual que todo aquello de lo que tenemos conciencia, somos ínfimas partículas al extremo de esos rayos, enviadas para obtener experiencia y conocimiento,
para regresar finalmente al gran centro. Y aunque para nosotros cada rayo pueda
parecer separado y distinto, es en realidad parte de ese Gran Sol Central. La
separación es imposible, ya que tan pronto como uno de los rayos es separado de su fuente, inmediatamente deja de existir.
Quizá podamos comprender así algo
de la imposibilidad de la separación, pues a pesar de que cada rayo pueda poseer su propia individualidad es, no obstante, parte de la gran fuerza
creadora central. De esta forma, cualquier acción contra nosotros mismos o
contra los demás afecta al todo, donde todas y cada una de las partículas
deben, en última instancia, alcanzar la perfección.
Todos los seres somos esa expresión viva del Amor, y desde
la perspectiva de la terapia floral, las plantas se encuentran presentes en la
naturaleza manifestando su propia esencia.
Durante años de investigación, el Dr. Edward Bach elaboró treinta y ocho remedios florales, que, atendiendo a la propia y única naturaleza de cada una de ellas, contiene un mensaje energético que actúa en cada persona aportando información armonizadora en aquellos espacios donde hay conflicto y desarmonía.
“Y pueda haber siempre júbilo y gratitud en nuestros corazones al Gran Creador de todas las cosas, porque, en Su Amor por nosotros, puso a las hierbas en los campos para que sirvieran a nuestra curación”.
La terapia floral no se dirige al síntoma, sino que acompaña en la sanación de la causa profunda, real y desconocida que enfrenta al alma y la personalidad. Supone una valiosa ayuda en procesos de transformación en los que no somos capaces de encontrar en nosotros mismos el equilibrio o la armonía en la aceptación de nuestras vivencias.
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