Todo lo que entra en nuestro cuerpo, ya sea en forma de pensamiento, alimento, experiencia, tiene un efecto directo sobre nosotras. Somos por tanto, un sistema, una unidad, donde las alteraciones en alguno de nuestros componentes, repercute en el todo.
Cada persona, cada sistema, tiene sus propios procesos, necesidades, y caminos para reencontrarse con la salud que es.
De la misma forma que no hay dos seres iguales, no hay dos sesiones iguales.
Cada espacio, cuando nos conectamos con lo profundo, con la sabiduría, se abre a acoger lo vivo en cada persona, a desvelar el camino.
Como seres humanos, tenemos una gran potencial de autosanación. Somos entonces la parte activa de nuestro propio proceso.
El terapeuta es facilitador y acompañante del proceso, pero el proceso de cambio y alquimia lo recorre cada persona, y tiene el poder y la capacidad para comprometerse en su proceso en la medida que así lo estime.
En las sesiones, al comenzar, nos damos un espacio para la reconexión, el silencio, la calma. Te acompaño a poder entrar en este estado, donde la mente va bajando el volumen, dejando paso a otro lenguaje, al campo sutil, y al silencio.
Damos un tiempo también para preparar el cuerpo, mediante una serie de ejercicios y respiraciones que nos ayudan a sincronizar hemisferios, repolarizar e ionizar nuestro sistema.
Durante el testaje Kinesiológico no tienes que hacer nada especial. Mediante el diálogo con el cuerpo, iré acompañándote a integrar, desde el respeto y la calma, las necesidades y procesos que tu cuerpo exprese.
Un desequilibrio puede tener su origen en un terreno estructural, químico, emocional o energético, o pueden ser una mezcla de ellos. El testaje nos permite identificar este terreno, profundizar en las causas que pueden estar contribuyendo al desequilibrio así como encontrar las técnicas que más pueden ayudar a cada persona a reestablecer su equilibrio.